Bodegas de la DO Ribera del Duero

Sunday, January 16, 2011

Mundo Vitivinícola
Franceses elaboran vinos fuera de Francia para competir con los vinos franceses


Bajo el título de "Franceses en el Nuevo Mundo", el especialista colombiano Hugo Sabogal, nos entrega un material de excelente factura sobre los emprendimientos que, fuera de Francia por diferentes motivos, wine-makers franceses llevan adelante en distintos países. La nota apareció hoy en El Espectador. 


¿Por qué varios viñateros del país galo han decidido echar raíces en suelos foráneos, desde Oregon, California, Australia y Sudáfrica, hasta Chile, Uruguay y Argentina? Entusiasmo por los territorios vitivinícolas fuera de Europa.

Si uno habla con un hacedor de vinos del Nuevo Mundo, lo más posible es que cite a Francia como su modelo a seguir. Y no hay por qué sorprenderse: desde tiempos romanos, los vinos franceses han sido los más admirados por los consumidores de distintas eras y estirpes, desde reyes, millonarios y famosos, hasta simples entusiastas y bebedores consuetudinarios.


Burdeos, Borgoña y Ródano, por ejemplo, son las denominaciones de origen de mayor recordación y donde tienen sede famosas casas como Cheval Blanc, Mouton Rothschild, Châtheau Margaux, Château Pétrus, Domaine de la Romanée Conti y otros más.
Entonces, ¿por qué varios viñateros franceses han decidido echar raíces en suelos foráneos, desde Oregon, California, Australia y Sudáfrica, hasta Chile, Uruguay y Argentina?
Para ponerlo en los términos más sencillos posibles, la razón obedece a la necesidad de ampliar los horizontes del negocio. Las regulaciones vigentes en su país les impiden extender sus viñedos y bodegas, teniendo que conformarse con lo que heredaron de sus antepasados o lo que compraron en vida. Además, se ven obligados a cultivar las mismas variedades de siempre, sin poder experimentar con ninguna nueva. Pero quizás el punto vital de toda esta discusión es que los vinos hechos por los franceses en el Nuevo Mundo se venden a una fracción de los precios que cobra el mercado por sus etiquetas europeas. Además, elaboran cantidades muy superiores a las embotelladas en sus châteaux bordeleses o borgoñeses y, en consecuencia, reciben más ingresos y ganancias.Por todas estas razones, los territorios vitivinícolas del Nuevo Mundo los entusiasman.
Tomemos los casos, por ejemplo, del famoso enólogo francés Michel Rolland —dueño de importantes châteaux en Burdeos—, quien no sólo se ha asociado con figuras locales del vino, sino que asesora a muchos empresarios locales del sector para mejorar la calidad y complejidad de sus vinos.
Quizás uno de sus proyectos más conocidos es Clos de los Siete, en el Valle de Uco, la zona más elevada —y costosa— de Mendoza. Allí, Rolland ha logrado reunir a seis importantes inversionistas del vino de su país para montar un lugar único: cada uno elabora su propio vino, pero todos aportan uva para darle vida a un vino comunal llamado Clos de los Siete.
Entre las figuras que logró entusiasmar están, por ejemplo, Catherine Péré Vergé (reconocida bodeguera de Pomerol, en Burdeos), con Monteviejo. También figura DiamAndes, del clan Bonnie, dueño del bordelés Château Malartic Lagraviere. Al otro lado de la puerta de entrada se levanta, igualmente, la bodega personal del propio Rolland.
Entre los vecinos franceses del Valle de Uco figuran, igualmente, François Lurton (quien también opera una bodega en Chile), Jean Bousquet, John Du Monceau (ex vicepresidente mundial del grupo hotelero Accor), con su bodega Atamisque, y Philippe Subra, de CarinaE.
Los antecesores de todo este fenómeno fueron grandes nombres o marcas francesas, que terminaron asociándose con conocidas casas vitivinícolas locales para mejorar el perfil de los nuevos vinos.
En Argentina se recuerda, por ejemplo, el vino Iscay, de la bodega Trapiche, elaborado, en sus comienzos, por el propio Rolland y el enólogo mendocino Ángel Mendoza.
A una escala mayor está el grupo mundial Pernod Ricard, inversionista directo en tres bodegas argentinas: Etchart (Salta), Graffigna (San Juan) y Balbi (San Rafael, al sur de Mendoza).
Otros dos proyectos franco-argentinos de trascendencia son Cheval des Andes —producto del trabajo conjunto de la clásica casa Cheval Blanc, de Burdeos, y Terrazas de los Andes, de Argentina—, así como Caro, hecho a cuatro manos por las familias de Nicolás Catena (argentina) y de Domaines Barons de Rothschild Lafite (francesa).
En Chile, quizás la más destacada alianza es Almaviva, creada por Viña Concha y Toro y la casa bordelesa Barón Philippe de Rothschild. La misma firma entabló un acuerdo similar en el Valle de Napa, en California, con la familia de Robert Mondavi, para dar origen a la marca Opus One. Barón Philippe de Rothschild también elabora en Chile la marca propia Escudo Rojo. Y  en el mismo país suramericano la empresa bordelesa Domaines Barons de Rothschild Lafite también es propietaria de Viña Los Vascos, muy conocida en Latinoamérica. Otra de las nuevas inversiones francesas en Chile es Laroche Chile, filial de la compañía del mismo nombre, con sede en Chablis, Francia.
La mano de obra francesa (enólogos, viticultores y ejecutivos) también está asociada a muchas empresas del Nuevo Mundo, dando rienda suelta a lo mejor de dos mundos: por un lado, la experiencia y la tradición, y por el otro, el clima, el futuro y la modernidad.



Foto-epígrafe: Grupo Clos de los Siete: Laurent Dassault, Caterine Pere Vergè, Danielle y Michel Rolland, Bertrand Cuvellier, Jean Jacques y Severine Bonnie en Argentina.

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